Exposición individual, Temblores y rastrapos, de Araceli Carrión
4 de Noviembre 2005 a 3 de diciembre de 2015
Cuando se contempla la obra de esta autora, es inevitable que nos encontremos con dos modos de quehacer pictórico con raíces diferentes. Hay una entrañable Araceli que transforma materiales sacados de la cotidianeidad de la infancia; botones, alfileres, balas de algodón, carretes de hilo, limaduras de lápiz, resueltos en composiciones espléndidas que recuperan un mundo perdido en la nostalgia. Del otro lado, un resto de ella, el más inquietante, sigue dialogando sin concesiones desde la subjetividad de sus fantasmas, proporcionándonos cuadros en los que predomina una irreductible soledad interior que, en ocaciones, llega a despojarse de toda carnalidad, como en los desolados paisajes de ciudades desiertas o en los ropajes a los que nadie ocupa que no pueden por menos que evocarnos la esperanza solamente de hombres vacíos, tal como escribe T. S. Eliot, en su poema Los hombres huecos, fiel reflejo de la subjetividad moderna.
María Amparo García del Moral